El Sacher de Viena, otro hotel que se reinventa por la covid-19
junio 5, 2020Viena, Austria (EFE).- Para algunos negocios, el futuro se parece al pasado. Este es el caso del histórico Hotel Sacher de Viena, que custodia la receta original de la famosa tarta y que, ante la falta de huéspedes por la pandemia, recupera su tradición decimonónica de las “chambres separées”, pequeños comedores reservados que esta vez monta en las habitaciones.
Fronteras aún cerradas, escasos vuelos y pocos turistas. Es el panorama que afrontan los hoteles de Austria en las próximas semanas, tras recibir la luz verde para volver a funcionar bajo estrictas medidas sanitarias.
Algunos han decidido posponer su reapertura. Otros compiten con ofertas especiales por atraer a los clientes y es así como al Sacher, situado en el corazón de Viena, justo detrás de la célebre Ópera, se le ocurrió recurrir a su tradición de máxima discreción, una de las claves de su éxito desde su creación en 1876.
Los llamados separées o reservados eran doce compartimentos del restaurante Sacher “para aquellos que querían reunirse, hablar y al mismo tiempo comer bien” protegidos de miradas indiscretas, recuerda a Efetur el gerente del Sacher, Matthias Winkler.
Hubiesen sido ideales ahora ante el riesgo de contagios y la exigencia de garantizar la distancia física, pero hace años que desaparecieron del lujoso hotel, que, por otro lado, afronta semanas con no pocas habitaciones desocupadas.
Es en ellas donde ahora se ofrece la versión 2020 del resucitado separée. La idea es simple: colocar allí una mesa con una oferta especial de gastronomía y un discreto mayordomo, convirtiéndolas así en comedores exclusivos, elegantes y discretos.
“Es una de las ideas que intentamos probar y ver cómo podemos mejorar con ellas el negocio y la facturación, y diferenciarnos en el mercado”, explica Winkler, satisfecho de la respuesta obtenida cuando se abrió la posibilidad de hacer las primeras reservas.
“Tuvimos más de 200 solicitudes de reserva para los separées. No esperábamos ni el 10 % de esa demanda en el primer día”, dice.
Se trata de una oferta gastronómica, no de hospedaje, limitada en un principio al mes de junio y entre los futuros comensales que se han apuntado “hay muy pocos clientes habituales, son en su mayoría personas nuevas (para el hotel)”, añade.
Hasta el momento son todos nacionales o residentes en Austria, cuando en tiempos sin pandemia cerca del 90 por ciento de los huéspedes del hotel vienen de fuera del país.
El gerente está convencido de que una de las atracciones para un público menos pudiente que el habitual es la posibilidad de “experimentar el hotel por dentro”, cargado de glamur, historia y misteriosas leyendas, sin tener que pagar una noche.
“Muchos quieren permitirse vivir algo especial a pesar de la crisis, o precisamente por la crisis del coronavirus”, comenta.
John Lennon y su esposa Yoko Ono; el príncipe de Mónaco y su esposa Gracia Patricia; Indira Gandhi, John F. Kennedy, Thomas Mann, Arthur Schnitzler, Ernest Hemingway, Jean Coctaeu o Isabel Allende son sólo algunos de los muchos famosos que durmieron en una de las 152 habitaciones y suites del Sacher.
Ahora, pueden ocuparse durante tres horas a cambio de consumir por un mínimo de 45 euros en un desayuno y de 75 euros para comer al mediodía o cenar. Los platos principales cuestan entre 24 y 32 euros y por una porción de la tarta Sacher hay que pagar 7,9 euros.
Rigen para los nuevos separées las mismas imposiciones del Gobierno al sector gastronómico: máximo de cuatro adultos y dos niños por mesa y reserva previa que permite guardar los datos necesarios para hacer el eventual rastreo de la cadena de contagios en caso de que se produzca alguno.
El ambiente noble y opulento del Sacher respira también cultura: inspiró a literatos como John Irving, que lo evoca en su novela El Hotel New Hampshire, y fue en este establecimiento, considerado hoy una institución emblemática de Viena, donde el británico Graham Green escribió el guión de la película El Tercer Hombre.
Filarmónica de Viena, Mademe Butterfly o Las bodas de Fígaro son algunos de los nombres de las suites, todos relacionados con el mundo de la ópera, pues son especialmente íntimos los vínculos con el teatro lírico que caracterizan al hotel, frecuentado en el pasado por estrellas como los tenores Luciano Pavarotti, Plácido Domingo y José Carreras, o los maestros Leonard Bernstein y Herbert von Karajan, entre otros.
Un sinfín de mitos y leyendas rodean a los antiguos reservados, que, con su combinación de extrema discreción y exquisitos manjares, sedujeron a la nobleza y aristocracia vienesa desde el comienzo del restaurante y hotel fundados por Eduard Sacher, hijo Franz Sacher, el inventor del célebre pastel que lleva su nombre y es hoy la tarta de chocolate más famosa del mundo.
Eso sí, está claro que en los separées se trataron también importantes asuntos políticos y de negocios, idóneos como eran para ciertas situaciones, como, “por ejemplo, cuando dos políticos enfrentados en la escena pública quieren encontrarse para poder hablar sin llamar la atención”, resalta Winkler.
En cuanto al negocio del propio hotel, el gerente se muestra confiado en que sobrevivirá a la crisis del coronavirus, si bien sufrirá dolorosas pérdidas.
Estima que la facturación total del grupo Sacher -que además del hotel vienés incluye el homónimo de Salzburgo, el Bristol de la capital, restaurantes y cafés en varias otras ciudades y la tienda de venta de la “Sachertorte”- caerá un 75 % en 2020.
“Partimos de la base de que en los próximos meses solo lograremos un 10 % de nuestra facturación de 2019 (de unos 92 millones de euros) y para todo el año calculamos con un 25 %”, precisa.
“Es una situación seria”, pero no llega a amenazar la existencia del grupo, asegura.
Al menos se ha reabierto ya con éxito, el pasado día 13, la tienda desde donde se exporta a todo el mundo el célebre bizcocho de chocolate y albaricoque que está en el origen mismo del hotel.
“La tienda ha recuperado el nivel de funcionamiento de antes y está de nuevo enviando la Sacher Torte (en cajitas de madera) a otros países”, asegura Winkler.